PREFERIMOS LA CALLE...
Nos relacionamos con personas concretas, con nombres y apellidos y con sus propios problemas. De ese roce diario surgió amistad, confianza y compromiso y la autoridad moral para jugar juntos, abrazar, enfadarnos o poner límites en su justo momento.
Sabemos que no podemos permanecer con los brazos cruzados ante las situaciones de deterioro y desigualdad porque seríamos cómplices de esas mismas situaciones provocadas por nuestro Estado y la sociedad en su conjunto.
Aunque desde los despachos enmoquetados se pueden realizar trámites y gestiones burocráticas, sabemos que la lucha está en la calle y sólo desde ese lugar físico se puede hablar de verdadera implicación.
Respetamos a los chavales, verdaderos protagonistas de sus procesos de maduración, cambio o transformación. Nos relacionamos con ellos a través de cosas sencillas: charlar, organizar una excursión . Lo pasamos bien juntos, unas veces favoreciendo la solución de sus pequeños problemas, otras acompañándoles en sus crisis, otras orientándoles en sus estudios o salidas ocupacionales...
Nuestra ambición no nos ciega, y aunque nos gustaría cambiar muchas situaciones, sabemos que somos una pequeña fuerza que se une a otras para que así pueda obrar el milagro.
El día se nos hace pequeño para atender todas las necesidades de los chavales y tenemos que “chupar moqueta” realizando proyectos, memorias, reuniones, cursillos, encuentros, jornadas, comisiones... Pero aun así preferimos la calle.
Sabemos que no podemos permanecer con los brazos cruzados ante las situaciones de deterioro y desigualdad porque seríamos cómplices de esas mismas situaciones provocadas por nuestro Estado y la sociedad en su conjunto.
Aunque desde los despachos enmoquetados se pueden realizar trámites y gestiones burocráticas, sabemos que la lucha está en la calle y sólo desde ese lugar físico se puede hablar de verdadera implicación.
Respetamos a los chavales, verdaderos protagonistas de sus procesos de maduración, cambio o transformación. Nos relacionamos con ellos a través de cosas sencillas: charlar, organizar una excursión . Lo pasamos bien juntos, unas veces favoreciendo la solución de sus pequeños problemas, otras acompañándoles en sus crisis, otras orientándoles en sus estudios o salidas ocupacionales...
Nuestra ambición no nos ciega, y aunque nos gustaría cambiar muchas situaciones, sabemos que somos una pequeña fuerza que se une a otras para que así pueda obrar el milagro.
El día se nos hace pequeño para atender todas las necesidades de los chavales y tenemos que “chupar moqueta” realizando proyectos, memorias, reuniones, cursillos, encuentros, jornadas, comisiones... Pero aun así preferimos la calle.
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